viernes, 7 de septiembre de 2012

Ensayo sobre la REVOLUCIÓN MEXICANA


INTRODUCCIÓN

En el año 2010 se celebró el bicentenario de la independencia de México y el centenario de la Revolución mexicana. Pero… ¿Sabe realmente la gente mexicana lo que aconteció con nuestro país cuando se armó la guerra de independencia?...
Los datos históricos nos dicen siempre una cosa, y nos pintan a aquellos que se levantaron en armas contra los españoles, como héroes de la nación. Pero es válido cuestionarse siempre si en realidad fue así que todo sucedió. ¿Qué hechos históricos nos han escondido a través de los años, de manera que, todo aquello que sucedió para que México fuera “libre”, sea ahora celebrado, de forma gloriosa, en nombre de todos aquellos mexicanos participantes de la lucha de independencia?
·         Los acontecimientos nos dicen lo siguiente:

DESARROLLO

La Independencia de México marcó una etapa muy importante ya que se dejó de depender de España y se convirtió en un país libre y soberano, pero no fue sencillo obtenerla ya que el proceso duró 11 años de extensa lucha del pueblo de México por obtener su libertad
El 16 de septiembre de 1810, el cura del pueblo de Dolores, en el actual estado de Guanajuato, Miguel Hidalgo y Costilla; alzó la bandera de la rebelión demandando el fin del mal gobierno, pero sin desconocer el poder del rey español Fernando VII. A pesar de que inicialmente tuvo éxito, la rebelión de Hidalgo no sobrevivió mucho tiempo. El cura fue capturado por las fuerzas realistas y ejecutado en Chihuahua en 1811.
El liderazgo del movimiento pasó a otro sacerdote, José María Morelos y Pavón, quien, en 1814, proclamó a México como república independiente de España y abolió la esclavitud. Un año más tarde Morelos y su ejército fueron derrotados por las fuerzas reales bajo el mando de Agustín de Iturbide, un general criollo. La revolución continúo bajo el liderazgo de Vicente Guerrero, quien encabezaba un ejército comparativamente pequeño.
La revolución española de 1820 afectó a la rebelión de México. Las tendencias políticas liberales en España consternaron a los líderes conservadores mexicanos, quienes comenzaron intrigas con el fin de separar el virreinato de España.
Por cuenta propia Iturbide se reunió con Guerrero en 1821 y ambos firmaron un acuerdo por el cual unieron sus fuerzas para llevar a término la independencia. Su plan, conocido como Plan de Iguala, estableció posteriormente tres garantías mutuas: México sería un país independiente gobernado por un monarca español; la religión católica sería la oficial y única del país, y los españoles y criollos tendrían los mismos derechos y privilegios. El virrey no tomó ninguna medida en contra de Iturbide y fue obligado a renunciar por parte de la fracción que se oponía a la independencia. El último virrey de la Nueva España fue Juan O'Donojú quien, a su llegada a México en julio de 1821, aceptó el Tratado de Córdoba, reconociendo la independencia de México.
·         RESUMIENDO:
Cuando la Francia napoleónica invadió España en 1808, en México se formaron movimientos que buscaban la independencia. El 16 de setiembre de 1810, el cura Miguel Hidalgo lanzó el "Grito de Dolores" arengando al pueblo a luchar contra los españoles que apoyaban a Napoleón Bonaparte. Hidalgo ganó algunas batallas y organizó un gobierno en Guadalajara, pero pronto fue derrotado y fusilado (30-07-1811). El cura José María Morelos asumió el liderazgo y conquistó casi todo el sur y centro del país.

El liderazgo patriota recayó en Vicente Guerrero (después de que Morelos fuera fusilado), quien siguió luchando en el sur hasta que sufrió una grave derrota en Agua Zarca (1819). Se mantuvo rebelde y fue perseguido por el general Agustín de Iturbide, quien al no poder derrotarlo le ofreció un pacto unir sus fuerzas y proclamar la Independencia de Nueva España (México). El 24 de febrero de 1821 firmaron el "Plan de Iguala", en el cual se declaró la Independencia de México.

En agosto del mismo año se firmaron los Tratados de Córdoba, donde se proclamó el nacimiento del Imperio Mexicano. En mayo de 1822, Agustín de Iturbide fue proclamado Emperador de México independiente.

CONCLUSIÓN
Es cierto que cada país tiene su historia. Pero lo lamentable es que todas las historias se construyen por medio de guerras y personas que en ésos momentos se rebelaron por conseguir un mejor futuro para los suyos y para su nación. Resulta, empero, interesante saber la historia de México, desde un punto de vista más crítico y analítico:
México ha sido considerado siempre como un país tercermundista, conformista, flojo y pobre. Pero. ¿A qué se debe ésta sugestión de nuestro país en comparación con los de primer nivel?... ¿Por qué México, a pesar de todos los cambios que ha tenido y lo mucho que ha avanzado su historia con el paso del tiempo; no se le ha podido reconocer como un país del primer mundo?
Es verdad que falta mucho por mejorar. Pero a estas alturas de la historia, es indispensable reconocer dos cuestiones:
1.    La gloria, el triunfo y la libertad de México; se esconde bajo velos invisibles de traición, poder anárquico, egoísmo, tiranía y fraudes.
2.    La historia de México como la conocemos puede, o no, difundir la verdad acerca de los hechos que trascurrieron para obtener la independencia como un país libre y soberano.
Desde que somos pequeños, nos enseñan los hechos históricos de nuestro país, como un motivo de orgullo hacia aquellos que lucharon por un futuro más próspero. Es verdad que hoy en día podemos agradecer a nuestros antepasados por lo que hicieron por nosotros y por otorgarnos un país en condiciones más decentes de calidad de vida. Pero, ¿no es acaso que todos los países han tenido su historia también a través de guerras y batallas, para poder alcanzar un mejor estilo de vida?
¿Por qué entonces México sigue siendo considerado como un país tercermundista?
La respuesta reside no sólo en el gobierno que nos rige. Sino en los ciudadanos de éste país que tiene tanto que ofrecernos y que podría ser el imperio del mundo entero. Ya que México cuenta con la sustentabilidad ecológica para poder prosperar en un ambiente de tranquilidad, paz, felicidad y abundancia. México lo tiene todo. A México sólo le falta un buen régimen de gubernatura y ciudadanos decididos a cambiar ELLOS MISMOS, para prosperar y anhelar un futuro utópico del primer mundo.
La cuestión es dada por la larga lista de crímenes cometidos a través de la historia y del cual, en nuestra vida (y en la educación de nuestros niños), se les presenta a los bandidos, villanos, ladrones y empedernidos del mal, como los héroes de nuestra nación. Quieren pintar a todos los países (sobre todo a España), como los portadores del mal, las enfermedades y la miseria de nuestro país; cuando en realidad, es el mismo pueblo quien propicia tales acusaciones.
¿Pues no fue el mismo presidente Porfirio Díaz quien, tras haber concluido la independencia de México y (esperando el “mejor futuro del país”); cometió varios crímenes en contra de los pobladores?
Es por eso que tuvo que levantarse en armas nuevamente, para consumar una revolución que, a pesar de ya haber estado disputada tiempo atrás; tuvo que renovarse ésa característica de “México libre y soberano” para que los campesinos, mercaderes y demás gente, pudiera comenzar de nuevo, la búsqueda de ésa felicidad y tranquilidad que un país debe ofrecerle a su gente. Y es que, ¿no es acaso la tierra de todos? ¿Por qué entonces siguen existiendo unos pocos que se quedan con las riquezas del país que TODOS colaboramos en obtener y que termina destinado a aquellos en los altos mandos del poder?
¡¿Por qué no puede México ser un país que prospera como otros pocos que lo han logrado, para levantarse (no en armas, ni luchas, ni guerras); sino en un estado de paz y de cambio sincero para que renazca el verdadero espíritu mexicano de “QUIERO UN CAMBIO EN MI PAÍS”?!


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

La hora del baño: una cuestión nada especial


Desde que somos pequeños se nos induce el hábito del baño (o la ducha) diariamente. Es algo común dentro de nuestra sociedad, es un paradigma social que se ve y aprecia de manera “normal” dentro de las reglas y los estándares que se requieren para sintonizar con nuestro entorno y ser parte de ésa masa social que es vista como “aceptada” por todos.
En cuestión de costumbres, también se ha ido desarrollando con el paso del tiempo eso de tomar un baño, pues bien, no es sólo parte de la higiene personal; sino que también representa una cuestión enfática de nosotros mismos y de nuestro prójimo. Representa la aceptación total o parcial de una persona hacia otra en cuestiones de “buenos olores” y comodidad al acercarse a ese ser humano.
Así mismo, como asignación autoritaria por parte de un catedrático, se me ha dado a la tarea de encontrar la manera de realizar éste acto (el de bañarse, al parecer tan cotidiano y común); de una manera totalmente distinta a como en lo personal, suelo hacerlo... Y debo decir que no ha sido una tarea fácil de lograr; pues intenté varias veces convertirla en una experiencia nueva, inverosímil, divertida, creativa, inesperada, sorpresiva y hasta expresiva; para poder así cumplir con mi deber de ésa esquemática idea de los paradigmas sociales y romper con ellos a toda costa.
Pero de una forma u otra, me forzaba a mí misma para poner atención en los detalles que mi cuerpo hacía automáticamente a la hora de tomar un baño; y me repetía constantemente que advirtiera la manera en que me duchaba, para poder hacerlo después, de una forma totalmente distinta. Ya que muchas veces, la mayoría de las personas no pone especial atención en ciertos detalles de éste índole (siendo cosas que hacemos automáticamente) como por ejemplo: Bañarse.
Al tratar de esforzarme tanto en cambiar la forma en que tomo un baño y modificarlo de tal modo en que fuera no sólo un concepto totalmente distinto, sino también una nueva experiencia que se diera de manera natural; me vi en la suntuosa labor de hacerlo de una forma forzada, aburrida y nada interesante o divertida para poder relatarla. Sin embargo, así sucedió:
En lugar de comenzar con la cabeza, decidí enjabonarme primero los pies y poco a poco ir subiendo hasta llegar a la parte en que me aplico el shampoo. En lugar de hacerlo todo con la llave del agua cerrada, lo hice con ésta, abierta. Y en lugar de enjuagarme el cabello de la raíz a la punta; decidí dejar correr el agua por la parte final de mi cabello e ir subiendo lentamente hasta llegar al otro extremo del mismo y sentir un suave masaje relajante en mi deleitado cuero cabelludo.
También quería tener la experiencia de bañarme con el agua a una temperatura que no acostumbro: fría. Pero en verdad no pude cambiar esto. Los días lluviosos y fríos han afectado mi estado de salud y no me pude dar el lujo de darme un baño con agua fría, sabiendo lo sensibles que han estado mis pulmones y alveolos últimamente.
Así bien, al darme cuenta que la manera en que “cambié” la forma en que tomo un baño, no había sido la gran cosa ni mucho menos algo divertido e interesante que contar; descubrí que aún a pesar de todo, se necesita mucha imaginación y creatividad para poder relatar algo que puede ser tan simple y vanal como la cotidiana experiencia de tomar un baño; y poder así romper esquemáticamente con un paradigma social, de manera única e individual.

La hora de la comida: una cuestión de “buenos modales”


Por cuestiones personales (y más por deseo que otra cosa), me vi en la “obligada” necesidad de pasar la noche del lunes en casa de mi novio.
Después de la escuela, Miguel (mi novio), me recogió y lo acompañé a realizar algunas actividades que tenía pendientes (como ir a su escuela, recoger unos papeles de su trabajo, etc.). Así bien, como ya se había hecho tarde, decidimos que sería mejor que me quedara en su casa ésa noche y al día siguiente me llevaría a la universidad.
Y así fue. Mis estancias en casa de Miguel, son realmente lindas y cómodas. Mi suegra es excepcional y me trata como si fuera una hija. Y mi cuñada, ¡ni se diga! Es una de las mujeres más divertidas y cools que he conocido (a pesar del nacimiento de su primera hija y lo ocupada y malhumorada que ha estado debido a <quiero pensar yo>, la depresión postparto).
Pues bueno, para realizar mi tarea de romper paradigmas sociales y tener “malos modales” a la hora de comer, fallé en mi cometido de hacerlo frente a mi suegra y mi cuñada (ya no dio tiempo), y tuve que idearme una nueva manera de realizar éste acto para cumplir exitosamente con la asignación que se me había encomendado.
Así que me preparé un lunch bastante rico y nutritivo <desde mi punto de vista>, y lo llevé a la escuela: sin cubiertos (por mero accidente y olvido).
Un virote y un plátano, yogurt, un poco de papaya y el resto del espaguetti que sobró de la comida del lunes…
Estando en una de mis clases de la universidad (producción radiofónica), noté que mi estómago rugía incesantemente; debido al hambre provocada por la falta de desayuno hasta ésos momentos. Por fortuna, la maestra nos concedió media hora de descanso (de su clase de tres horas), para poder relajarnos y comer o simplemente divagar con la mente.
Yo me di a la tarea de comer <más por instinto que por pensamiento>, y decidí no salir del salón. Junto conmigo se quedaron otros tantos compañeros que, al estar ocupados platicando, no notaron la manera en que yo sacaba de mi mochila mis alimentos, con una desesperación intolerable. Dos de mis queridos compañeros, y amigos se quedaron charlando con la maestra y ésta nos compartía a los tres sus anécdotas de trabajo en la radio.
Yo estaba escuchando su historia con un interés incorregible; pero al mismo tiempo, mi cuerpo sacaba automáticamente mis alimentos de sus toppers y los preparaba para el delicioso festín.
Con una súbita impaciencia y un impulso feroz, comencé a prepararme mi “lonche de plátano con yogurt”, a comer mi deliciosa fruta fresca: la papaya y a saborear el exquisito manjar de fideos largos con tomate y aceite de oliva que mi suegra había preparado. Era tanta mi hambre, que en ésos momentos no pensé en nada ni en nadie. Olvidé por completo la cuestión de la tarea, no me percaté de la presencia de la maestra ni mis compañeros y mucho menos puse atención a los impulsos racionales de mi mente que me decían que parara y me comportara de manera adecuada delante de la gente.
Estaba tan ensimismada con mis sagrados alimentos y el acto de comerlos en ése momento, que cuando menos me di cuenta, la maestra me miraba con una expresión horrorizada, confundida y de ternura al verme en ése estado. Tan desesperada, tan hambrienta y con tan malos modales al estar comiendo todo con las manos.
Cuando volteé la cara con el bocado de pasta en la boca y me percaté de la mirada de la maestra y mis dos compañeros; mi expresión fue casi tan divertida como la manera en que uno se ríe de los videos graciosos de una familia.
La maestra se limitó a verme y arquear las cejas con una expresión de “vaya modales jovencita” al mismo tiempo en que me sonreía con perspicacia.
La compañera que me observaba rió y dijo “estás haciendo la tarea, ¿verdad?”. En ése momento recordé todo y fingí demencia diciendo “aahhh, ¡claro!... eso hago. La tarea”. Por dentro reí y por fuera me sentí un poco apenada por la reacción de la maestra. Pero finalmente pude cumplir con el cometido.
La manera en que la maestra me vio fue casi como si quisiera hacerme sentir avergonzada de mi comportamiento. ¿Cómo es posible que una joven universitaria coma de ésa manera delante de las personas y dentro de un salón de clases?
Pero afortunadamente no me sentí ofendida ni ridiculizada ni subestimada. Ya que por dentro me recordé sobre la tarea de romper con el paradigma social público de “comer sin cubiertos” y observar la reacción de la gente. Así pues, fue interesante la reacción de mi maestra y de mis compañeros que, al parecer; ya no era una sorpresa para ellos. 

¡Que el trabajo de otros te motive a hacer el tuyo, mejor!

"A la gente no le interesa tu vida, le interesa resolver sus problemas"   Esa frase fue el parteaguas que me ayudó a en...