
Anoche soñé que estaba en el desierto
Solo, completamente solo…
Y pensaba: ¡No es posible, seguro que estoy muerto!…
Ya que a mi lado no encontraba…
Ni mi cuerpo, ni señales, ni palabras.
Sólo arena; sólo arena del desierto…
Un espanto supremo me agobiaba…
Una sed de salvarme de la nada,
Un terror de saber que yo flotaba,
Y en montañas de arena me enterraba.
Yo quería despertar clamando al cielo
Y seguro mi voz fue escuchada;
Pues un viento salido de mi anhelo,
Al oído muy despacio murmuraba:
-Eres alma; eres alma buscando su morada…-
-¿Y qué he de hacer señor para buscarla?-
-¡¿Y qué he de hacer señor para encontrarla?!
-Toma tu cruz y sigue tu camino,
Toma lo que con creces yo te he dado…
¡Mas no esperes encontrar un buen destino,
En torbellinos de errores enlodados!
-El camino a la verdad y hacia la gloria,
Cuando naciste lo tenías ya trazado…
Piensa un poco, recuerda, haz memoria
Y verás que sólo tú lo has destrozado…-
El viento se apagó… quedó el silencio
Busqué mi cruz; y no pude encontrarla!...
Y sólo el desierto que era inmenso,
En llamas de terror logró ocultarla…
Agobiado de sed, miedo y espanto…
Desperté sudando y tembloroso,
Y entonces contemplé al Dios Santo,
Que en su altar me miraba bondadoso…
Terrible fue en verdad ésa experiencia…
Y hermoso el despertar de mi conciencia;
Ya no temo señor, a ése desierto…
PUES CONMIGO TU ESTÁS; Y YO YA ESTOY MUERTO.
(Autor del poema: Manuel González Ceja)
<Mi abuelo que en paz descanse>
<Mi abuelo que en paz descanse>